El oro es un metal noble que no sufre el fenómeno de corrosión u oxidación ni siquiera tras permanecer varios siglos en el lecho marino. Queda patente en el cuantioso tesoro hallado recientemente en aguas de Israel, de unos 1.000 años de antigüedad pero que brilla como el primer día. Está formado por casi 2.000 monedas de oro del califato fatimí y fue hallado de forma accidental por un grupo de cinco buzos junto al antiguo puerto del Parque Nacional de Cesarea, según informa la Autoridad de Antigüedades de Israel en un comunicado. En un primer momento los buzos confundieron una de las piezas con una moneda de juguete, pero cuando comprobaron que eran reales avisaron al director del club de buceo y éste notificó el hallazgo a las autoridades israelíes. La Ley de Antigüedades establece que todas las antigüedades pertenecen al Estado y no informar de ellas o extraerlas sin permiso para la venta o el comercio constituye un delito punible con hasta cinco años de prisión, afirmó categóricamente Kobi Sharvit, director de la Unidad de Arqueología Marina.
El tesoro hallado junto al antiguo puerto del Parque Nacional de Cesarea, en Israel. / © AP PHOTO / ARIEL SCHALIT / GTRES
El tesoro hallado junto al antiguo puerto del Parque Nacional de Cesarea, en Israel. / © AP PHOTO / ARIEL SCHALIT / GTRES
Monedas dobladas y con marcas de mordeduras
El valioso conjunto sido descrito como el mayor tesoro de monedas de oro hallado en Israel. La moneda más antigua es un cuarto de dinar acuñado en Palermo (Sicilia) en la segunda mitad del siglo IX. Sin embargo, la mayor parte data del Imperio fatimí, concretamente de los reinados de Al Hakim (996-1021) y de su hijo Az Zahir (1021-1036), y fueron acuñadas en Egipto y en el norte de África. Probablemente forman parte del naufragio de un barco que se dirigía al Gobierno central de Egipto con impuestos que había recaudado. O puede que sirviera para pagar los salarios de la guarnición militar fatimí, que estaba emplazada en Cesarea y que protegía la ciudad. También existe la posibilidad de que perteneciera a un buque mercante que comerció con las ciudades costeras del Mediterráneo y que se hundió junto al puerto, sostienen las autoridades. Varias de las monedas están dobladas y conservan marcas de mordeduras, una prueba de que fueron inspeccionadas por sus propietarios o por los mercaderes. Otras muestran signos de desgaste y abrasión o parecen recién acuñadas.
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